tap, tip, tap

sólo se escucha el golpetear de las teclas

Mes: junio, 2021

soliloquio

Hace muchos días no paraba, no me daba espacio para pensar, para respirar o simplemente para existir. Poco a poco copé todos y cada uno de mis minutos con responsabilidades y obligaciones porque creí que esa era la manera adecuada de demostrarme a mi misma que era autosuficiente.

El trabajo estuvo bien, incluso hasta los trabajos extras pero la verdad es que el cansancio que acumulé tenía poco que ver conmigo, con la persona que soy o que quiero ser. Y no me malinterpreten, no es que me queje de mi buena fortuna, es sólo que siento que el motivo (más allá de mi precariedad económica) me parece inquietante.

Siento que mi mecanismo de decirle sí a todo lo que se me ofrece y se me presenta no está jugando en mi favor sino en mi contra. No aplico filtros ni límites porque, por una parte no sé claramente cómo hacerlo y porque secretamente tampoco siento que tuviera opción. ¿si no es esto entonces qué?

He logrado vislumbrar un futuro, un horizonte de sentido, un paquete de cosas valiosas pero aún así, parece que esa lista de prioridades la dejo hasta el fondo entre mis tareas diarias, entre lo que realmente hago y en los valores que salvaguardo. Hay espacio para la familia, los amigos, el trabajo, incluso hay espacio para la tristeza pero olvidé darle un lugar, un tiempo a ser realmente feliz o incluso para trabajar en mi y por mi.

Hoy la casa no se siente tan sola, me siento habitando todo lo que toco pero me sacude la extrañeza de reconcer que muchas de estas cosas han estado pacientemente aquí, en mi fondo, esperando a que mi atención se posara sobre ellas.

No se trata de enumerar propósitos o crearme falsos llamados a la acción desde este texto catártico, sino más bien lo opuesto. siento que este es mi manifiesto por mi tiempo, por mi silencio, por mi ritmo y por mis verdaderas prioridades.

muerte

dejé por escrito cuando la muerte como idea me acobardó y después como oleada viene llevándose uno a uno a mis seres queridos. ya la cuenta va en 5 y lloramos con mi madre mientras el mundo vuelve a su frenético ritmo. no sé qué nos queda, qué me queda.

el vacío sigue creciendo sin parar, tal ves para aniquilarme o para paliar el dolor. siento que me seco, que me pierdo pero curiosamente sigo con vida.